sábado, 13 de febrero de 2010

Había una vez un palestino en México


Carlos Giacoman, había nacido en Colombia, hijo de refugiados palestinos, cuyo padre dueño de una fabrica de botones había fallecido de cáncer provocado por los químicos que manipulaban en la elaboración de estos.

Su madre había quedado prácticamente en la ruina debido a la voracidad de los parientes de su esposo que se habían quedado finalmente con la fábrica, las mujeres en esas comunidades no tienen derechos como para dirigir un negocio. Preocupada por su futuro y por las visiones de que fantasmas rondaban su casa en las noches envueltos en llamaradas, decide un dia, mientras se comía un mango jugoso de tantos que colgaban de las ramas de los árboles de ese fruto, que bordeaban la calle dónde vivian en esa pequeña ciudad colombiana, emigrar a México o a Managua, Nicaragua, ciudad dónde radicaban algunos de sus parientes Los Giacoman dueños de la fabrica que producía la marca de calzoncillos más famosos de por aquellos rumbos, los Trucson y que incluso alguno de ellos con el tiempo había llegado a ser asesor del dictador Somoza; sin embargo México le parecía un país más prometedor para criar a sus pequeños hijos.

Sin embargo los fantasmas que según ella vivian en el patio trasero de su casa le perseguían noche tras noche y decide enfrentárseles un dia junto con su hermano. Deciden rascar precisamente donde las llamas eran más altas y más fulgurantes; encuentran el pequeño féretro que en realidad era un pequeño baúl de madera lleno de monedas que el dueño de esa antigua vivienda había guardado para previsiones futuras.

Con ese dinero emigra finalmente hacia México dónde la pequeña familia Giacoman crece dentro de los más rigidos rituales musulmanes que su linaje palestino les obligaba, en uno de tantos departamentos del centro de la Cd. De México, ahí dónde un mal dia del 85, se le ocurrio temblar a la tierra y partirles su departamento en dos, ahí en la calle de Victoria esquina con López.

Carlos Giacoman un dia ya de adulto trabajando para el Banco Internacional, decide jugarle una broma a la embajada de Israel en México, desde las mismas oficinas del banco decide llamar a la embajada con la advertencia de alerta de bomba….para Carlos Giacoman era una manera de vengarse de los sufrimientos de su raza palestina tan ofendida por los judíos.

Decide hacer la broma y en cuestión de minutos sucedió lo que jamás ni en sus más locos sueños pensó, en menos de media hora llegaron al establecimiento bancario autoridades policíacas a investigar quien había hecho la llamada. En plena psicosis generada por los asesinatos de los deportistas judíos que habían sido asesinados en las Olimpiadas en Munich Alemania, por comandos musulmanes y cuya supuesta masacre apuntaba directamente a Yasser Arafat, líder palestino. Era de esperarse tal reacción de parte de las agencias judías aunque claro nadie por supuesto sabia que la venganza judía venia en camino, Golda Meir la ministra judía, había ordenado la más grande caza de asesinos que jamás el estado israelita había llevado a cabo, solo comparada con la persecución de los criminales de guerra alemanes que habían escapado a varias partes del mundo.

En medio de tremendo desmadre político internacional, mi querido amigo Carlos Giacoman se le ocurre hacer su bromita, llegaron las autoridades policíacas, cerraron el banco y con toda una gran demostración de dominio de las cosas, como se ve en las películas holliwoodenses, dónde llegan el equipo swatt y acordona la zona en flagrancia, así sucedió en esos momentos. Un despliegue técnico digno de una película de acción.

Organizan a la gente y dominan al gerente del banco, uno a uno, empiezan a ser interrogados, en primer lugar los que tienen apellidos extranjeros y así le toca su turno….”De dónde es usted Sr. Giacoman?”….”soy de origen judío, nacido en Colombia pero afincado en México desde los 7 años”…había dicho mi amigo con total desparpajo, en una frase tan redomadamente cínica, que jamás se le hubiera ocurrido decir, o sea hacerse pasar por el enemigo que tanto detestaba: un judío; pero para entonces el miedo no andaba en burro, finalmente el apellido Giacoman era también muy común entre las comunidades judías, había recordado en el último minuto.

Finalmente al que se llevan detenido bajo sospechas es a un empleado de apellido alemán, que nada tuvo que ver ni que temer. Cosas de la vida.

Ese era Carlos Giacoman, el esposo de mi querida Amiga, cuyos relatos de su propia vida dan para llenar libros y libros de anécdotas interesantes y hasta graciosas.

Gabby

No hay comentarios: