martes, 12 de octubre de 2010

BELLA Y PELIGROSA O LAS DEUDAS ESTUPIDAS





Era ya la tercera vez ese mes que Alfonso lo hacia, no sentía ningún remordimiento aunque por segundos, solo unos segundos sintió algo similar a un pequeño remordimiento, pero movió la cabeza y se dijo a si mismo que se lo repondría, si no esa quincena a la otra, y que Elena su esposa, tendría que aguantar, finalmente era su esposa y era su deber.

Pero la verdad es que Alfonso estaba robándole a la tarjeta de Elena desde hacia un mes, era su ultimo recurso ya que Meche, la hermosa cubana que había conocido apenas recién en el Bar que frecuentaba y al que ella había llegado de repente hacia tan solo unas 8 semanas, se lo exigía, y Meche era una mujer que no podía resistir Alfonso, simplemente no podía creerse su buena suerte de que una mujer de la talla de Meche, se hubiera fijado en èl, un oscuro oficinista de una pequeña empresa.

Tomo el dinero del cajero y se alisto a ir a ver a Meche, la que ya lo esperaba en su departamento, moría Alfonso literalmente por sus besos y tan solo recordar las caderas de Meche en movimiento en el tubo del tabledance, lo ponían simplemente al borde del infarto, en realidad Alfonso estaba obsesionado por ella, desde que ella se le acerco en el bar y le dijo que era el tipo mas atractivo que había visto en su vida y que ella necesitaba un macho como èl para ser feliz, Alfonso se la trago todita, no tenia materia gris para comprender que ese era precisamente el trabajo de Meche la hermosa cubana, el de manipular a los hombres a su antojo.

Ella lo recibió con un pequeño vestido blanco, la visión de las curvas de Meche lo dejo parcialmente estupido, tanto que no se percato que un tipo salía rápidamente y pasaba a su lado casi empujándolo, pero no le intereso, vio los dientes blanquísimos de Meche y el adivinar que no había nada de ropa interior bajo ese entalladísimo vestido, lo tenían de verdad casi como un títere, como plastilina a la que Meche moldeaba con siniestra voluptuosidad.

Al llegar a su casa alrededor de la media noche, su esposa lo esperaba despierta, se leía un dejo de angustia en su mirada, a pesar de lo tarde que era, ella no se atrevió a reclamarle nada ya que otra situación la tenia sumamente intranquila …”Poncho, me llego el estado de cuenta del banco y vi que hay 3 retiros de mi tarjeta, ¿Los tomaste?¿Para qué lo usaste?¿Por qué no me dijiste nada?...le espeto directamente a la cara nomás entrando. Èl se puso de inmediato agresivo, venía de estar con la mujer más hermosa del mundo y su esposa le estaba echando a perder el sabor de Meche que aún tenia impregnado en los labios, y en todo su cuerpo.

“Que te importa Elena, tuve gastos imprevistos, ya te lo repondré, ahora no me estés chingando que tengo jaqueca, el maldito de Gutiérrez me esta cargando la mano, ahora todo lo estoy haciendo yo, y no me cuadraron las malditas declaraciones, dame de cenar” dijo en tono tan despótico que Elena, casi quiso abofetearlo, pero se contuvo, confiaba en el, pero esta vez ya era demasiado dinero el que había tomado, ya en épocas pasadas tuvo la familia de su esposo una mala racha económica, y Alfonso había hecho lo mismo pero había pedido un préstamo en su trabajo para ponerse al corriente con las tarjetas de ella, y esta vez tendría que ser igual, pensaba ella para sus adentros, en un acto reflejo de auto esperanza que duro pocos segundos, sin embargo el monto de lo tomado esta vez, era 3 tantos más de lo que había tomado la otra vez y el sueldo de su marido era demasiado bajo para poder pedir un buen préstamo, además aún debía a su empresa algunas mensualidades de ese préstamo que había utilizado para apoyar a su familia.

“Alfonso, entiende, estoy preocupada, por favor, dime como lo vamos a resolver, necesito me digas que hacer por que ya tengo que pagar ese dinero que tomaste, antes del día 5, si no van a aumentar intereses y no se que pueda pasar”…Elena estaba realmente al borde de la angustia y Alfonso comprendió que si quería cenar, tenia que tranquilizarla…”Elenita, no te preocupes, ya veremos como le hacemos, le pido a Gutiérrez otro préstamo y ya, ya veraz que lo solucionamos”…y le dio un beso en el cachete que dejo a Elena algo tranquila y con ganas de servirle el atole de avena que también le había servido a los niños horas antes y le acerco también la concha de chocolate que tanto le gustaba merendar a su marido.

Esa noche Elena quiso prenderse de los brazos de su esposo, pero este le dio un leve empujón con el codo y simplemente se durmió.

“Alfonso te pedí que me trajeras los 5 mil pesos que te pedí, necesito pagar el tratamiento de mi madre, recuerda que dijiste que me apoyarías, dime si lo harás por que Adrián si me lo quiere dar” le dijo Meche esa noche en el Bar, mientras volteaba a ver a Adrián, que era un gordo que frecuentaba el bar apenas recién llego Meche, se podía ver todo el interés que tenia por ella y Alfonso se acongojo. Adrián era un tipo que se veía que ganaba más que èl, lo había visto subirse en su auto, cuando coincidieron en algunas ocasiones a la salida del bar y traía un carro del año, de los más lujosos, y recordó al momento a su viejo Chevy gris que ya necesitaba una buena afinación y que ya daba algo de lata.

“Meche mi amor, te prometo que mañana o a mas tardar pasado te lo tengo, por favor tenme paciencia” le dijo Alfonso a una Meche que tenia una cara que el no le había visto nunca y eso lo asusto, la sola idea de perderla, lo volvía loco, lo enfurecía y lo entristecía al mismo tiempo. Y lo volvió a hacer, esa misma noche, saliendo del bar “Los infiernos”, se dirigió al primer cajero que encontró, en la Av. López Mateos, esa pequeña tarjetita dorada, era su salvación y nuevamente no sintió ningún remordimiento.

Al otro día, Meche le esperaba ahora con un entallado vestido rojo, con un maquillaje súper recargado y una melena bien arreglada, Alfonso le encantaba el olor de su perfume, no sabía identificar el aroma de las flores, pero supuso que era de los perfumes más exóticos que jamás había tenido la oportunidad de disfrutar, y recordó que a Elena nunca se había comprado ningún perfume a lo más que olía era a jabón escudo que era su favorito. Y vio el perfume sobre la repisa, le parecía la botella más hermosa del mundoa pesar de ser de una marca tan corriente y en ese momento se prometió así mismo comprarle un perfume similar a Meche para la próxima ocasión, y estaba tan sumido en sus pensamientos y en su arrobamiento por Meche que no volvió a percatarse siquiera que de nueva cuenta otro sujeto salía del departamento nomás llegando él. Ese era el verdadero trabajo de Meche y el parecía entenderlo todo pero mientras Meche le diera su cariño y su dispensa, el era feliz, no pedía nada más. Meche era la mujer que el soñaba tener desde cuando niño le robaba a su padre las revistas del conejito y se deleitaba con las hermosas mujeres que su padre escondía celosamente bajo el colchón, para regresárselas al otro día mientras su padre dormía la mona.

Apenas hacia una semana que Alfonso le había dado otros 5 mil pesos a Meche y ella ya le había pedido otra cantidad ahora más grande, la enfermedad de su madre, la tenia catatonica, furiosa, a punto de mandar todo a la chingada, según ella misma le había dicho; Alfonso esta vez no sabía que hacer y le pidió un día para conseguírselos. Alfonso ahora si estaba en un dilema, si Meche lo dejaba, si él dejaba de ser su favorito, seguramente moriría y se soltó a llorar como un niño.

“Lic. Gutiérrez, quería pedirle un enorme favor, mire usted, tengo a mi niño más chiquito muy grave, y necesito 5 mil pesos urgentemente, bueno diez mil, se que aún debo a la compañía 3 mil pesos del préstamo pasado, pero esta es realmente una urgencia, por favor ayúdeme se lo pido de favor”…sin embargo su jefe se negó, le explico que de acuerdo a las políticas de la empresa, no podía aunque quisiera, autorizarle otro préstamo por que aún debía el anterior, y además, apenas tenia un año en la empresa y aún no tenia la antigüedad suficiente para otorgarle otro, que lo sentía, lo lamentaba y que lo más que podía el hacer, conmovido por el sincero dolor que Alfonso fingía, era prestarle de su bolsillo mil pesos que traía en ese momento. Alfonso se quedo patidifuso, tieso y molesto, como era posible que su jefe le estuviera negando el préstamo, a él que siempre había sido puntual al trabajo y nunca faltaba, salvo 3 ocasiones desde que había entrado a ese empleo. Pataleo, casi lloro pero ni aún así, logro conmover a su duro jefe, conocido en la empresa precisamente por ello. Salió de la oficina del jefe, recordar a la madre de éste y deseando que se murieran ambos, el por negarle el préstamo y ella por haber parido a un hijo tan infeliz.

Tomo camino a su casa meditando que hacer, dónde podría obtener el dinero para complacer a una Meche cada día más exigente, el tenia en sus manos ya su quincena mermada por el préstamo y que no era ni siquiera 4 mil pesos, y lo recordó, si, a su esposa le depositaban por tarjeta de débito y no lo dudo. Esa noche llego más temprano que de costumbre, beso a Elenita con mucho cariño, la abrazo y le dijo que la amaba, Elena conmovida, se fue a calentarle la cena, el mole de olla que tanto le encantaba a su marido y salio rauda por la coca cola que era otro de los vicios de su esposo, se sentía encantada de verlo tan cariñoso que hasta se le estaba olvidando la angustia que sentía por no haber podido depositar nada a los bancos, sin embargo pensaba abonarles aunque fuera 3 mil pesos al otro día después de sacar su sueldo en el banco.

Ya eran la 1 de la mañana y Elena roncaba a su lado, apenas recién había desarrollado apnea, Alfonso le había dicho que tenia que bajar de peso que últimamente ya la veía mas gorda que antes pero Elena se sentía igual a pesar de que ya no le quedaban las faldas que había adquirido el año pasado, y se había tenido que comparar poco a poco nueva ropa con talla más grande. Salio sigilosamente del edificio de departamentos dónde vivía en la Unidad Habitacional, recordó que había un cajero a 5 calles de ahí sobre la Av. del trabajo, había tomado de la bolsa de Elena su tarjeta de débito donde le depositaban el sueldo, esta vez si sintió remordimientos, pero los borro de su mente pensando nuevamente en los turgentes y enormes senos de Meche, que parecía el maná de la felicidad y que no debía ni podía siquiera dejar de acariciar, estaba convertido simplemente en un adicto, si es que los hombres realmente se pueden convertir en guiñapos humanos al servicio de una meretriz.

Vio el dinero que salía del cajero, esa caja mágica que se había convertido en su cómplice, su amigo, su protector y le dio un beso a la pantalla, la abrazo y le agradeció su apoyo, le dijo hasta compadre y salio borracho de felicidad, rumbo al departamento de Meche. “¿Qué haces aquí Alfonso?” le dijo una meche molesta y torciendo la boca,…”te traje el dinero querida Meche, mira aquí esta todo, diez mil pesos para ti, mi reinita linda”…Meche simplemente tomo el dinero y se lo metió en el seno izquierdo,…”Muy bien, ahora lárgate Alfonso que estoy ocupada”…”¿Pero mi amor, pensé que hoy…”…”Nada, nada, no te cite para hoy, lárgate ahora que estoy muy ocupada”…y en eso salio Adrián el ridículo regordete de traje ajustado que casi reventaba los botones, y que también le traía ganas a Meche…”Que te largues, ya te lo dijo la Señorita, o qué, ¿quieres que te saque? Alfonso se enfureció al verle, no podía creer que estuviera ahí, pero realmente Adrián era un tipo gordo y enorme, y sintió miedo, finalmente se retiro suavemente hacia atrás y casi la puerta le pega en las narices.

El aire de la madrugada le había pegado en el rostro a Alfonso, las luces de un lejano farol, le parecieron como luciérnagas, sentía que flotaba y una profunda decepción, y una enorme tristeza, le inundaban el alma, realmente había llegado a amar a Meche o tal vez nomás estaba obsesionado por ella, pero lo que si sabía era que ya no podía vivir sin ella, la vida no sería la misma, diviso a lo lejos las luces de un auto que se adivinaba venia a gran velocidad aprovechando la ausencia de tráfico y se decidió, lo espero y cuando calculo que lo tenia a solo unos pocos metros, se aventó simplemente.

Elena,se ha quedado con las deudas, 20 mil pesos, era mucho dinero para ella, y ya no pudo pagar, llamo al banco para pedir una prorroga pero una voz indiferente le dijo que simplemente no podía negociar con ella, que debía pagar. Triste colgó el teléfono, camino hacia la cocina donde ya preparaba nuevamente el atole de avena para sus dos pequeños, cuando el teléfono volvió a sonar, corrió a tomar la llamada, “Tal vez es Alfonso, tal vez solo es una horrible pesadilla”,- se engañaba así misma, pero sabia bien que Alfonso jamás regresaría, ya tenia dos semanas que le había tirado la florecita blanca en su ataúd y había derramado litros y litros de lagrimas por el, …pero aún así corrió a contestar la llamada…pero era nuevamente de Bancomer y no tenía para pagar.

Gabby

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:

Es triste saber que mucho de cierto debe tener tu historia, que muchas mujeres pasan por situaciones similares.

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Sabes, entré al foro a leer que opinaban sobre mi post del tema gay y me di cuenta que lo que ocurrió en el foro es lo que ocurre en nuestro país, muy poca tolerancia de ambos lados, también encontré buenos argumentos de algunos participantes. Gracias por dar a conocer mi escrito, pues es interesante saber que opinan al respecto, cosa que en mi blog rara vez ocurre je je je. Además ya me dio tema para otro post


¡te dejo un saludo afectoso!

luigysiete dijo...

Muy buen relato Gaby,felicidades por tu blog, hace poco me registre en el foro de deudores, saludos