lunes, 5 de enero de 2009

Generación maldita

Generación maldita.

No sé que clase de fenómeno está sucediendo, si le preguntará a Freud o de perdida al Dr. Lammoglia, me diría casi segurito lo mismo que la depresión emocional viene pegado de la depresión económica. ¿Será verdad?

Una amiga muy querida me comentaba que somos una generación maldita, esto es por que no vemos la salida a cuanto obstáculo vencemos otro aparece irremediablemente.

Los deudores de ésta generación y la anterior creo que estamos dentro de ese adjetivo: Maldita y no es que seamos malos, no, si no que como si estuviéramos maldecidos, diría mi amiga y me puse a pensar seriamente en ello.

Las generaciones más jóvenes solo han sabido de crisis al igual que la mia, desde muy pequeñita escuchaba que ya no alcanzaba, que el dinero ya no rendía, que si Jolopo la había regado, que si habían robado tal o cual gobernante.

Que si el Majestuoso Partenón en la hermosa Ixtapa Zihuatanejo actualmente enmugrecido y cocido por la sal del mar pacifico, había sido fruto de cientos de corruptelas en la policía por parte de un tal “negro durazo”, que si aquel otro presidente “orejón” había llegado al poder vía apoyo electoral del sindicato petrolero vía el fraude por más de mil millones de dólares a la paraestatal Pemex.

Que si la debacle financiera del 95 había sido por causas de una mal organización y malas decisiones económicas que provoco una escalada de intereses tan descomunales que más de 200 personas optaron por la puerta falsa en ese aciago año al no poder hacer frente a sus deudas hipotecarias.

Que si el “Señor de las botas o mejor conocido como el burro parado”, se había “agenciado” más de 6 mil casas a un costo irrisorio (3 mil pesos cada una) del Instituto por medio de sus “familiares” incómodos los Bibriesca.

Y así otras cuantas chuladas como esas, que desde que soy pequeña me he enterado.

Así pues , los ciudadanos comunes pero no tan corrientes hemos al contrario de estas “majestades” vivido contando centavos para ver si nos alcanza, al pagar el pan, la gasolina, los frijoles y la carne si es que bien nos va.

En medio de mis cavilaciones, caigo a la cuenta que mi amiga tiene razón, no conocemos más que la palabra crisis desde que niños y las últimas generaciones la escucharon igual desde el vientre y nos la hemos tragado o así quieren que lo hagamos como parte natural del estado de vida, como algo simbiotico, como algo inevitable de ser mexicanos. Pero me niego a aceptarlo.

Sabemos que algo pasa, algo sucede y no debería ser así, somos aún todavía la 4ª potencia petrolera del mundo, con ingresos similares a los que genera países tan inmesamente ricos como Dubai, donde se encuentra el hotel más costoso del mundo el “Burj al Arab”, el hotel de más de 7 estrellas con techo y paredes recubiertas de oro, a un costo de más de 20 mil dólares la noche. Y en el país donde cada ciudadano tiene garantizado por ley su educación superior y una casa por parte del estado petrolero.

¿Y que con México?¿Que sucede? Somos una nación riquísima en recursos naturales, tan sólo de turismo tendríamos suficientes ingresos para llevar una mediana vida si el estado la propulsará. No se necesita del todo el petróleo y sin embargo aún y ahora sigue siendo el bastión de un estado hambriento de canoninjias, de prerrogativas demagogicas, aún más allá del bienestar social.

Algo anda mal muy mal. No hay estado de derecho, las cosas no cambian, la democracia es una falacia. ¿Y que de la crisis? ¿Esperando otra generación más acaso? Obviamente no me cabe lugar a dudas que seguiremos deprimidos.